Hablar de Yeray Alcalá es hablar de talento, dedicación y humildad. Exalumno del Bachillerato de nuestro centro, donde obtuvo Matrícula de Honor y el Premio Extraordinario de Bachillerato del Gobierno Vasco, hoy continúa brillando en la universidad con la misma disciplina y entusiasmo que le caracterizaron en Somorrostro. Desde Logroño, donde estudia el doble grado en Matemáticas e Ingeniería Informática en la Universidad de La Rioja, nos cuenta cómo vive esta nueva etapa de su vida.
Recuerdos de Somorrostro
Yeray guarda un recuerdo muy especial de sus años en el centro:
“Guardo muy buenos recuerdos, desde la constante atención de los profesores hasta las liadas que hacían mis compañeros de clase. Recuerdo cómo los profesores se quedaban en los recreos resolviendo nuestras dudas, sacrificando su propio tiempo libre, y eso no se olvida”.
Su trayectoria estuvo marcada por un esfuerzo constante que dio frutos en forma de reconocimientos académicos. Para él, recibir la Matrícula de Honor y el Premio Extraordinario de Bachillerato supuso una confirmación de que la constancia tiene recompensa:
“Significan que con calma, paciencia y disciplina se pueden lograr grandes cosas. Esos reconocimientos no son más que trazas de lo que planeo lograr en un futuro”.
En este camino, Yeray no olvida a quienes más le acompañaron: “Iñaki Amorrortu y Ana Luisa San José fueron fundamentales, siempre estuvieron ahí. También quiero destacar a Ana Olmedillo e Irantzu Uriarte. Es muy probable que sin ellos mi etapa no hubiera sido como fue”.
Matemáticas, pasión y retos
Durante Bachillerato, Yeray vivió momentos inolvidables gracias a las Olimpiadas Matemáticas, donde llegó a ser subcampeón del País Vasco y representar a Euskadi en la fase estatal:
“Lo recuerdo como una mezcla de nervios y alegría. Conocí a mucha gente tan loca con las matemáticas como yo y me lo pasé de miedo. Los problemas eran difíciles, pero muy divertidos y lógicos”.
Su pasión por las matemáticas es innata: “Siempre he sentido afinidad hacia lo científico, en especial hacia la matemática. El pensamiento y razonamiento lógico hacen que mi cerebro trabaje de una forma que disfruto”. Esa forma de vivir las matemáticas es la que le ha llevado a mantener un nivel de exigencia que hoy continúa cultivando en la universidad.
Vida universitaria en Logroño
En septiembre de 2024 dio un paso decisivo: mudarse de Balmaseda a Logroño para comenzar su nueva vida universitaria. El cambio, lejos de asustarle, le ha resultado enriquecedor:
“Es un cambio que volvería a hacer, sin duda. Al mudarme tuve que enfrentarme a conocer gente nueva, vivir por mi cuenta… y eso me ha dado muchas experiencias. Cuanto más se sale de la rutina, más cosas se aprenden”.
La adaptación académica no ha podido ser mejor: en su primer año ha conseguido ocho matrículas de honor. Según Yeray, el secreto está en la constancia:
“Desde el primer día llevé todo al día, fui a tutorías cuando algo no me quedaba claro y participé en clase. La lógica necesaria para resolver problemas no se desarrolla estudiando los tres últimos días antes del examen”.
Pero más allá de lo académico, la independencia también le ha dado aprendizajes vitales: “He aprendido que hay vida fuera de lo académico. Cocinar es un mundo que quiero descubrir, y el papeleo administrativo prefiero evitarlo, aunque haya que hacerlo. Vivir solo te enseña a sobrevivir, sobre todo con el prueba-error”.
Mirando hacia el futuro
Yeray es prudente cuando se le pregunta por el futuro. Todavía no tiene claro si su camino estará en la investigación, la empresa o la docencia:
“Por ahora me centro en lo que tengo delante, lo que llegue llegará. La docencia no suena mal, pero tiene sus desventajas. Quizá en una empresa también esté bien. Ya lo iré pensando cuando llegue el momento”.
Sobre su yo dentro de diez años, reflexiona con madurez: “El futuro es incierto. Pensar en mí dentro de diez años implica estar condicionado por mis creencias actuales, que probablemente cambien. Lo único que espero es que siga estando vivo”.
Lo que sí tiene claro es el mensaje que quiere enviar al alumnado de Somorrostro que ahora empieza ESO o Bachillerato:
“Que disfruten cada etapa, tanto lo bueno como lo malo. Que estudien, pero que disfruten al mismo tiempo. Muchas veces ansiamos ir a la siguiente etapa porque creemos que es ‘mejor’. A veces lo será, otras no. Lo importante es vivir cada etapa, porque todo llega a su debido tiempo”.
Yeray Alcala es, sin duda, un ejemplo de esfuerzo y superación. Desde Somorrostro seguimos con orgullo su trayectoria, convencidos de que su pasión por aprender y su disciplina le llevarán muy lejos.