MÁSTER-HIDRÓGENO

¿Por qué ser feliz cuando puedo ser normal?

Con esta frase de Jeanette Winterson, se puede sintetizar una parte de la estupenda charla sobre coeducación que Amelia Barquín dio ayer miércoles en nuestro Centro.  Amelia es Doctora en Filología Hispánica y profesora de Educación Intercultural en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Mondragón.

 

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Después de hablarnos el feminismo y hacernos  un recorrido de cómo han ido cambiando las cosas a lo largo de los años, Amelia nos ha querido hacer mayor énfasis en el gran trabajo que tenemos por hacer en los centros educativos en materia de violencia de género. Es alarmante ver como, según un reciente estudio del Centro Reina Sofía, el 27% de los jóvenes cree que la violencia de género es una conducta normal en la pareja. Y el 30% piensa que “cuando la mujer es agredida, algo habrá hecho”. La pregunta está clara, ¿qué podemos hacer como educadores para que no pasen estas cosas?.

 

Amelia nos ha descrito con innumerables ejemplos muy gráficas como vivimos en un patriarcado, donde el hombre tiene la supremacía y el mayor contacto con el poder (político, económico, religioso,…), sistema que mantenemos entre todos, muchas veces sin ser conscientes de ello, alimentando roles que favorecen claramente la desigualdad. Es un sistema que se sustenta gracias a la violencia física y simbólica.

 

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La violencia simbólica es la base del “patriarcado de seducción” que rige nuestras vidas, donde los mensajes que nos llegan a través de los medios de comunicación nos están imponiendo estereotipos machistas, el mundo del deporte, Disney, la música reggaetón o muchos de los anuncios publicitarios son claras muestras de este sistema.

 

 

Educar en coeducación consiste en adquirir un conjunto de conocimientos, habilidades, actitudes, valores y disposiciones que ayuden a los futuros adultos a no asumir los roles determinados por la ideología, normas y estereotipos sexuales.  En la actualidad  corremos el riesgo de que  las familias y la escuela se conviertan en “policías de género” que no permitan a los jóvenes vivir de manera igualitaria.

 

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